A pesar de los esfuerzos del gobierno mexicano por apoyar a Pemex, la empresa estatal no ha logrado reducir significativamente su deuda. En contraste, compañías como Shell, Chevron y BP han implementado estrategias efectivas para disminuir sus pasivos financieros, fortaleciendo así su posición en el mercado energético global.
Expertos señalan que la persistente deuda de Pemex se debe a inversiones en áreas de bajo rendimiento, como la refinación, y a una disminución en la producción de crudo, que ha caído a 1.5 millones de barriles diarios, el nivel más bajo en 45 años. Además, problemas operativos y de seguridad han afectado la capacidad de la empresa para refinanciar su deuda y mantener un flujo de efectivo saludable.
La situación financiera de Pemex representa un desafío significativo para la nueva administración, que deberá implementar reformas estructurales y estrategias de inversión más eficientes para mejorar la salud financiera de la empresa y asegurar su viabilidad a largo plazo.