Mauricio Rabago Palafox
Periodista cultural y crítico musical, con más de 40 años de experiencia en pedagogía y participación en medios como televisión, radio y prensa.
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Rhapsody in Blue (1924) es la pieza musical más famosa del pianista y compositor estadounidense George Gershwin (1898–1937), que este año celebra el centenario de su estreno, marcado por una ovación que selló su lugar en la música norteamericana.
En español, se le conoce como Rapsodia en azul, pero en realidad la palabra «blue» también tiene el significado de «triste». Por ello, una traducción más precisa sería Rapsodia triste, en sintonía con la tradición del blues, un género musical melancólico y nostálgico que surgió en el sur de los Estados Unidos.
Gershwin vivió solo 38 años, pero dejó un legado musical imperecedero. Su verdadero nombre era Jacob Gershovitz, nació en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes judíos rusos.
Existen al menos cuatro versiones de esta obra, tres creadas durante la vida del autor: para piano solo; para dos pianos; para piano y banda de jazz (la versión original del estreno); y para piano y orquesta sinfónica. Las dos últimas versiones fueron orquestadas por Ferde Grofé. Con esta obra, el jazz logró abrirse las puertas de las grandes salas de conciertos.
La pieza, que es esencialmente un breve concierto para piano y orquesta (dura poco más de quince minutos), comienza con un icónico glissando ascendente de clarinete, uno de los momentos más reconocibles de la música estadounidense.
La rapsodia musical se caracteriza por ser una composición en la que se enlazan libremente diversos temas, sin una estructura estricta que los relacione. A menudo, inicia con una sección dramática y solemne, seguida de pasajes alegres y vivaces, logrando un resultado brillante y espectacular.
En Rhapsody in blue, Gershwin fusionó por primera vez el jazz y la música clásica, dando origen a un estilo único. Su estreno generó críticas divididas; desde comentarios negativos, hasta entusiastas elogios, pero pronto se consolidó como un éxito rotundo. La obra catapultó a Gershwin como un compositor innovador, admirado incluso por figuras como Stravinsky y Ravel.
A lo largo del tiempo, se han realizado más de cien grabaciones de esta obra, y ha sido utilizada en numerosas producciones cinematográficas.
Gershwin consolidó su fama con otras composiciones notables, como “Un americano en París”, “Concierto en Fa para Piano y Orquesta” y la ópera “Porgy and Bess”. Esta última, según las instrucciones del autor, solo puede ser interpretada por cantantes afroamericanos, una decisión audaz en su tiempo que subrayó el compromiso de Gershwin con la autenticidad cultural. De ella surge la famosa canción de cuna Summertime.
Gershwin recibió poca instrucción musical formal; su talento era innato y su estilo, profundamente lírico. Amaba el jazz y lo absorbió con pasión desde niño. Era también un pianista excepcional y, de hecho, interpretó la compleja parte solista de Rhapsody in Blue el día de su estreno.
Resulta irónico que uno de los mayores compositores estadounidenses de jazz y blues, así como el autor de la ópera más emblemática de temática afroamericana, fuera de un judío blanco, hijo de inmigrantes ucranianos. Pero eso sí, neoyorquino de nacimiento.