Un tribunal de Hong Kong sentenció a 45 líderes prodemocracia por subversión, en el juicio más significativo bajo la ley de seguridad nacional impuesta por Pekín en 2020. El grupo, conocido como los «47 de Hong Kong», fue acusado por participar en unas primarias preelectorales consideradas un intento de socavar al gobierno local.
Entre los condenados destaca Benny Tai, exjurista señalado como el artífice del plan, quien recibió una pena de 10 años de cárcel. Por su parte, Joshua Wong, prominente activista de las protestas de 2019, fue sentenciado a cuatro años y ocho meses, sin mayores reducciones por su «conducta inapropiada». Durante el juicio, Wong exclamó: «Amo a Hong Kong», generando emociones encontradas entre los presentes.
El caso ha sido calificado como un hito que debilita las libertades civiles y consolida el control de Pekín sobre la excolonia británica. Analistas y grupos de derechos humanos advierten que la ley de seguridad nacional, diseñada para mantener la estabilidad, está siendo usada para silenciar la disidencia política. Emily Lau, expresidenta del Partido Demócrata, señaló que el temor a ser arrestado ha afectado incluso actividades sociales básicas entre los opositores.
Pese a las críticas internacionales, incluidos comentarios de Estados Unidos y Australia, Pekín defiende la ley como un mecanismo para garantizar la seguridad nacional. Sin embargo, el impacto de este proceso judicial sobre el movimiento prodemocracia es innegable: la autocensura y la desconfianza dominan el panorama, mientras Hong Kong se aleja cada vez más del principio de «un país, dos sistemas» bajo el cual se gobernaba.