En un evento reciente presidido por el nuevo primer ministro interino de Siria, Mohamed al Bashir, dos banderas ondeaban detrás de él: la «bandera de la revolución» siria y una bandera blanca con el juramento musulmán de fe en negro. Esta última, vinculada al grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), desató un intenso debate sobre el rumbo político del país tras la salida de Bashar al Assad.
El uso de esta bandera ha generado diversas reacciones. Para algunos críticos, su aparición evoca paralelismos con el modelo de gobierno de los talibanes en Afganistán, lo que ha provocado temor a un sistema basado en la sharía. «Esto es un insulto a la diversidad de Siria», comentó el activista político Rami Jarrah en redes sociales, mientras que otros exigen que solo se utilice la «bandera de la revolución» como símbolo de unidad nacional.
Por su parte, el líder de HTS, Abu Mohammed al Jolani, aseguró que el nuevo gobierno representará a todas las facciones de la sociedad siria y afirmó que no se deben temer las bases islámicas del modelo de gobierno. Sin embargo, expertos advierten que imponer restricciones extremas, como las implementadas por los talibanes, sería poco viable en una sociedad diversa como la siria.
El debate sobre la bandera refleja el delicado momento político del país. Mientras algunos ven en HTS la esperanza de un gobierno estable, otros temen que el futuro de Siria esté marcado por divisiones ideológicas que dificulten la reconciliación nacional.