El regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos plantea un nuevo desafío para la relación bilateral con México. Con su conocida retórica de «Make America Great Again», Trump ha puesto a México en el centro de su agenda, señalando a la migración y el narcotráfico como problemas clave.
Durante su discurso inaugural, Trump propuso medidas como aranceles del 25% y el despliegue del Ejército estadounidense en territorio mexicano para combatir a los cárteles. Estas declaraciones han generado tensiones con Claudia Sheinbaum, la primera mujer en liderar la presidencia de México, quien ha enfatizado la soberanía del país frente a presiones externas.
A diferencia del enfoque pragmático de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) durante el primer mandato de Trump, Sheinbaum ha adoptado una postura más confrontativa, desmintiendo afirmaciones y rechazando políticas unilaterales. Este cambio de dinámica plantea interrogantes sobre si podrá mantener la estabilidad lograda por su predecesor.
Analistas destacan que la administración actual de Trump es más radical que en 2016, dificultando una relación fluida con México. Además, Trump ha reiterado su intención de imponer aranceles y utilizar la migración como herramienta de presión. Frente a esto, Sheinbaum busca posicionarse como una líder firme y soberana, aunque el camino está lleno de tensiones.
El reto para México radica en diseñar estrategias que permitan mantener una relación equilibrada con Estados Unidos sin comprometer su autonomía. Expertos coinciden en que el comercio y la seguridad seguirán siendo temas críticos en la agenda bilateral.