Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), expresó su preocupación por las crecientes injerencias políticas en las decisiones de los bancos centrales, advirtiendo que esta tendencia podría debilitar su capacidad de mantener la inflación bajo control. Durante una conferencia en Hungría, Lagarde señaló que, aunque la independencia formal de los bancos centrales está más extendida que nunca, su independencia práctica está siendo cuestionada en varias regiones.
El comentario de Lagarde llega en un contexto de tensiones entre líderes políticos y bancos centrales. La semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró que presionaría a la Reserva Federal para reducir las tasas de interés, argumentando que él entiende mejor los tipos de interés que los responsables de las decisiones monetarias. Por su parte, se espera que el BCE tome la dirección opuesta al recortar tasas debido a la caída de la inflación, lo que podría desencadenar críticas desde la Casa Blanca.
En su discurso, Lagarde advirtió que la intervención política podría desencadenar un «círculo vicioso» que comprometería la estabilidad económica. Según ella, estas presiones elevan la volatilidad de los tipos de cambio, los rendimientos de bonos y las primas de riesgo, dificultando aún más el control de la inflación.
Finalmente, Lagarde subrayó que la persistencia de estas dinámicas podría minar la confianza pública en los bancos centrales, amenazando tanto sus mandatos como el consenso social necesario para garantizar su efectividad. Su llamado destaca la importancia de preservar la autonomía de estas instituciones frente a influencias externas.
