Desde que Estados Unidos adoptó la política de «Una sola China» en tiempos de Jimmy Carter, Taiwán ha estado en el centro de una complicada batalla geopolítica. Sin embargo, con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, la relación con la isla se ha fortalecido a través de iniciativas como la Iniciativa Comercial Estados Unidos – Taiwán en el Siglo XXI. Esta propuesta busca garantizar la cadena de suministros, especialmente en sectores estratégicos como los semiconductores, y ha dado frutos: el superávit comercial de Taiwán con Estados Unidos alcanzó un récord de 111.400 millones de dólares en 2024.
A lo largo de la presidencia de Donald Trump, la relación con Taiwán fue aún más directa y conflictiva, con un fuerte apoyo a la isla, especialmente en el ámbito militar. Trump fue el presidente estadounidense que más armamento vendió a Taiwán, con un estimado de 18 mil millones de dólares.
Sin embargo, a pesar de sus críticas a China, Trump finalmente aceptó el statu quo en relación con la política de «Una sola China», aunque el tema no fue mencionado en sus conversaciones con Xi Jinping antes de dejar la presidencia.
Recientemente, Estados Unidos y Japón reiteraron su apoyo a la paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán, subrayando la importancia de resolver los conflictos de manera pacífica y oponiéndose a cualquier intento de cambiar el statu quo por la fuerza. Además, en el ámbito internacional, Estados Unidos ha solicitado que Taiwán participe de manera significativa en la Organización Mundial de la Salud, reafirmando su compromiso con la isla en diversas plataformas diplomáticas.
El apoyo de Estados Unidos a Taiwán no se limita solo a cuestiones comerciales o diplomáticas; tiene implicaciones geopolíticas profundas, con China en el centro de la disputa. La relación entre ambas potencias, aunque tensa, refleja la complejidad de una situación que va más allá del comercio, involucrando cuestiones de seguridad global y estabilidad regional.