El Día Internacional de la Mujer, celebrado el 8 de marzo, no debe ser visto como un día para felicitar o regalar flores. Esta fecha tiene sus raíces en la lucha histórica de las mujeres por la igualdad de derechos y la mejora de sus condiciones laborales y sociales. Desde la Convención de Seneca Falls en 1848, donde figuras como Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott exigieron la igualdad de derechos para las mujeres, hasta los mítines de 1911 que clamaban por el derecho al voto y la no discriminación laboral, el 8 de marzo ha sido un símbolo de resistencia y lucha.
La ONU proclamó oficialmente el Día Internacional de la Mujer en 1975, pero el propósito de la fecha siempre ha sido visibilizar las desigualdades y las problemáticas actuales, como la violencia de género, y no simplemente felicitar a las mujeres. Según activistas, al decir «feliz Día de la Mujer», la fecha pierde su sentido de reflexión y se convierte en una celebración vacía, que desvía la atención de los graves problemas que siguen afectando a las mujeres.
El Día de la Mujer es una jornada para recordar las luchas de aquellas que aún enfrentan discriminación y violencia, y para reflexionar sobre cómo mejorar la igualdad de oportunidades. Como explica la activista Myr Ramírez, el 8 de marzo es una oportunidad para pensar en la seguridad de las mujeres, especialmente aquellas en situaciones más vulnerables, como las mujeres indígenas o las personas trans, y no para recibir flores o regalos.