El Foro Económico Mundial (WEF) y Kearney han proyectado que la demanda de combustible de aviación sostenible (SAF) alcanzará 17 millones de toneladas anuales para 2030, lo que representará entre 4% y 5% del consumo total de la industria. Sin embargo, para satisfacer esta demanda, será necesario invertir entre $19,000 y $45,000 millones de dólares en infraestructura y desarrollo tecnológico.
El SAF se obtiene de fuentes no derivadas del petróleo, lo que permite reducir significativamente las emisiones de carbono. A pesar de su potencial, su adopción se ha visto limitada por altos costos, disponibilidad restringida de materia prima y falta de incentivos regulatorios, lo que dificulta su producción y distribución a gran escala.
Actualmente, la producción mundial de SAF es de 4.4 millones de toneladas anuales, con previsión de alcanzar 6.9 millones de toneladas para 2030. Sin embargo, esta cifra sigue siendo insuficiente para cubrir la demanda proyectada, lo que obliga a acelerar la inversión en nuevas plantas y tecnologías de producción.
Para impulsar el crecimiento del SAF, el WEF y Kearney identificaron diez estrategias clave que pueden hacer más atractivas las inversiones en este sector. Estas incluyen subvenciones para innovación, garantías financieras, acuerdos de compra a largo plazo y el uso de bonos verdes, entre otras. Además, el respaldo de bancos multilaterales y asociaciones estratégicas con aerolíneas y aeropuertos será crucial para garantizar la viabilidad económica del SAF.
A pesar de los desafíos, los expertos consideran que el SAF jugará un papel fundamental en la descarbonización de la aviación. Según el Boston Consulting Group (BCG), para 2050 este combustible representará el 12% del consumo energético del sector. Además, regulaciones en mercados clave, como la Unión Europea, que exigirá su uso a partir de 2025, impulsarán la demanda y abrirán nuevas oportunidades para su desarrollo.