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Pues amigos, les cuento algo insólito que me ocurrió: El pasado viernes 14 de marzo de 2025. Acudí -porque me insistieron mucho; me invitaron como crítico musical- al ensayo pre general de la ópera de Bellas Artes, el ensayo para la prensa. En esta ocasión presentan la ópera “Lady Macbeth de Mtsensk” con música de Dimitri Shostakóvich.
Todo iba más o menos bien cuando de pronto en el intermedio, me aborda un tipo furioso -yo estaba de pie en medio del patio de butacas de la sala principal del Palacio de Bellas Artes, donde había una veintena de personas- me aborda un tipo furioso, desencajado —con el que jamás había cruzado ni una palabra, ni me lo habían presentado— me aborda para reclamarme por una nota periodística que publiqué en febrero pasado. Era Marcelo Lombardero el “flamante” nuevo director de la Ópera de Bellas Artes y además el director de escena de esta ópera (¿Se vale ser contratador y contratado?) me parece muy anormal, pero ese no es el asunto de hoy.
El asunto era que se sintió amenazado por lo que escribí entonces. Pacientemente le explique varias veces que no hay ninguna amenaza. (Ustedes querido público pueden leer ese artículo y verán que no hay amenaza) después de varios minutos de su perorata y ya con ganas de terminar con ese absurdo e irrespetuoso alegato, con esa violencia verbal, le pregunté desafiante: Bueno y qué… ¿me va a golpear? y el grandulón aquel no lo hizo, porque además ya se había reanudado el ensayo.
Yo me retiré muy contrariado de Bellas Artes, con la molestia sensación de haber caído en una trampa: ¿me invitaron para vejarme, para vituperearme?
En 44 años de ejercer la crítica artística nunca una persona se me había acercado desencajada y grosera a reclamarme por algo que escribí, queriendo con ello, coartar mi libertad de expresión consagrada en los artículos 6° y 7° de nuestra Constitución.
Hay que destacar aquí que el argentino Marcelo Lombardero es un funcionario público, extranjero en nuestro país, cuyo salario emana de nuestros impuestos, por lo que sus alegatos y majaderías son inaceptables.
A ningún funcionario público se le debe permitir eso, a un extranjero menos. ¡Que se vaya a hacer sus majaderías a su país! si es que allá se lo permiten.
No tengo nada en contra de los extranjeros, de hecho, soy amigo de muchos de ellos que han venido a nuestro país a trabajar y a enriquecer con su experiencia el panorama cultural mexicano, no soy xenofóbico. Pero de ninguna manera podemos tolerar que ocurran estos molestos e inaceptables incidentes ni menos dentro del Palacio de Bellas Artes que debe ser, que es un templo cultural; no es una cantina.
Les comento esto, para que quede constancia, para que no lo olvidemos nunca y no permitamos que vuelva a ocurrir algo similar.
Ya están informados.