
Fernanda Álvarez Morphy
Internacionalista con experiencia en proyectos educativos, ambientales y migratorios en Latinoamérica y Estados Unidos.
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En los dos meses y medio desde que Donald Trump ha impuesto aranceles, los ha retrasado, amenazado con comprar y/o invadir Gaza, Groenlandia y Panamá, cambio el nombre del Golfo de México a Golfo de América en documentos oficiales, elimino casi por completo el Departamento de Educación, él y Elon Musk han dejado que DODGE intente hacer el gobierno «más eficiente» reduciendo presupuesto y despidiendo a millones de personas; y esto solo para comenzar. Sin embargo, centrémonos en algo que tanto Donald Trump como Elon Musk han defendido arduamente a lo largo de los años, e incluso el presidente menciono durante el primer discurso ante el Congreso de su segundo mandato: la libertad de expresión.
Después de las elecciones de 2020, Donald Trump fue expulsado de Twitter, luego Elon Musk lo compró, lo cambio de nombre a X y le permitió regresar a la plataforma. Desde entonces, han abogado por el derecho a la libertad de expresión, con su base MAGA siendo los primeros en creer que pueden decir lo que quieran porque pueden. Ahora tras recuperar la presidencia, ha atacado a todo aquel que tenga una opinión, argumento o retórica no alineada a la suya. Esto no lo puedo ejemplificar mejor que con la persecución, arresto, encarcelamiento y posible deportación de estudiantes que han hablado a favor de Palestina.
¿Cómo puede un presidente decir que «…detuvo toda la censura gubernamental y trajo de vuelta la libertad de expresión en Estados Unidos» durante su discurso conjunto ante el Congreso de 2025, cuando sus acciones dicen lo contrario? En lo que va de su nueva administración ha retirado la autorización de seguridad a adversarios políticos, intentado perseguir a quienes lo investigaron sobre su rol el los eventos del 6 de enero de 2020, amenazado a los demócratas por criticar a los conservadores y a su gobierno, y arrestado a activistas. Llegar al punto de negar la entrada al país a un científico francés y luego deportarlo por tener una opinión diferente, o limitar el acceso a la Casa Blanca a ciertos medios de comunicación para controlar la narrativa; ¿a esto se le llama libertad de expresión en Estados Unidos bajo la administración de Trump ahora?
Hoy vivimos en un mundo con la máxima capacidad de libertad de expresión, uno que cruza barreras físicas; sin embargo, la administración Trump ha promovido una censura incuestionable. Si este es el daño que su nueva administración puede hacer a la libertad de expresión en solo unos meses, solo puedo imaginar a donde llegara en cuatro años de gobierno. Todos pueden tener derecho a su propia opinión, pero eso no significa que tengan derecho a siempre expresarla; no solo es la facultad de tener y gozar de derechos, también tenemos una responsabilidad con ellos. No es solo pedir que se nos respete y haga valer, es igualmente respetar el derecho de los demás; saber cuándo puedes y debes utilizarlo, y cuándo no. Esa, en mi opinión, es el verdadero espíritu de la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos y el derecho a la libertad de expresión en cualquier parte del mundo. Solo tenemos que ver lo que ha sucedido antes para saber a dónde puede llevar a Estados Unidos la censura por parte del gobierno. Esta no es la primera vez que sucede algo así, este no es el único país del mundo donde está sucediendo actualmente; pero ¿qué sucede cuando un país poderoso como Estados Unidos es el que asume este manto? ¿Para quién es realmente la libertad de expresión? ¿Cuán libre es realmente?