La propuesta de la Casa Blanca de eliminar la dependencia de vehículos «Made in México» implica un costo considerable para Estados Unidos. Según cálculos de la Industria Nacional de Autopartes (INA), se necesitarían 18 nuevas plantas automotrices en el país, con una inversión que oscila entre 50,000 y 70,000 millones de dólares. Esta cifra no solo abarca la construcción de fábricas, sino también la creación de una nueva red de proveedores, logística y fuerza laboral.
La transición a una producción totalmente estadounidense no sería rápida. Gabriel Padilla, director de la INA, advierte que este proceso podría tardar entre cinco y diez años, lo que añade una capa adicional de complejidad. La infraestructura necesaria para llevar a cabo este cambio es masiva, y las armadoras no tienen los recursos financieros suficientes para cubrir todos estos gastos sin afectar su operatividad en otras áreas clave, como la electrificación y las baterías.
Por otro lado, la implementación de aranceles sobre los vehículos importados desde México también tendría consecuencias directas para los consumidores. Si el arancel propuesto del 52.5% se concretara, el precio de los autos importados desde México podría aumentar hasta 3,000 dólares en promedio. En el caso de los vehículos de lujo, el incremento sería aún mayor, entre 5,000 y 8,000 dólares por unidad.
Este cambio, de hacerse efectivo, afectaría tanto a los consumidores como a las armadoras, que dependen de la eficiencia y la cercanía de las plantas en México. En 2024, México exportó casi 3 millones de vehículos a Estados Unidos, una cifra crucial para la economía mexicana. La cancelación de este flujo podría perjudicar gravemente tanto a las empresas estadounidenses como a las mexicanas.
A pesar de los esfuerzos de la administración Trump para incentivar la inversión con deducciones fiscales, el panorama sigue siendo incierto. Las armadoras tienen poco capital disponible para realizar los cambios necesarios, y la cadena de suministro actual no está preparada para absorber los costos derivados de un cambio tan radical. Según Padilla, la política de aranceles permanente es insostenible, ya que las empresas requieren años de planeación para adaptarse a nuevas rutas logísticas y productivas.
En resumen, la propuesta de desvincular la industria automotriz entre México y Estados Unidos sería costosa, compleja y difícil de implementar en un corto plazo, lo que podría afectar a todos los involucrados, desde los consumidores hasta las empresas y trabajadores en ambos países.