El gobierno federal mexicano enfrenta una paradoja en su intento por fortalecer el mercado automotriz interno: mientras promueve la compra de vehículos pesados fabricados en México ante los nuevos aranceles estadounidenses, mantiene activo el programa de regularización de vehículos usados importados desde Estados Unidos, conocidos como vehículos chocolate.
Durante 2024, se regularizaron 29,790 unidades pesadas usadas, un aumento de 47.9% respecto al año anterior, de acuerdo con datos del Inegi. En contraste, las ventas de vehículos nuevos al menudeo alcanzaron 58,313 unidades, lo que representa que por cada dos vehículos nuevos vendidos, entra uno usado al mercado nacional.
Para la industria, esta situación representa un obstáculo para construir un mercado interno moderno y competitivo. «Es totalmente incongruente querer desarrollar el mercado interno mientras se permite la entrada masiva de unidades chatarra», advierte Eric Ramírez, director de Urban Science para América Latina y el Caribe.
La Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (Anpact) coincide. Su presidente, Rogelio Arzate, recalca que los fabricantes instalados en México han invertido tanto en producción para exportación como para consumo nacional, pero las políticas contradictorias frenan ese impulso.
Actualmente, la edad promedio de los vehículos pesados en circulación en México es de 19 años, lo que implica riesgos tanto en seguridad vial como en emisiones contaminantes. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) permite la importación de unidades con antigüedad no anterior a 2004, una disposición que la industria califica de demasiado laxa.
Aunque en el primer trimestre de 2025 se observó una disminución del 22.9% en las importaciones de vehículos pesados usados (4,197 unidades), los líderes del sector aseguran que el objetivo debe ser llevar esa cifra a cero.
La industria ha propuesto implementar un programa nacional de chatarrización, así como incentivos fiscales para la compra de unidades nuevas. Una de las medidas más mencionadas es la reducción del ISR para empresas que adquieran vehículos pesados de fabricación nacional.
“Hablar de fortalecer el mercado interno sin asegurar condiciones de competencia justa es una contradicción”, sostiene Guillermo Rosales, presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA). “El mercado interno puede ser una salida viable frente a la presión arancelaria, pero requiere decisiones coherentes”.
