La guerra comercial de Estados Unidos ya tiene víctimas claras: las principales empresas de mensajería y logística global, como DHL, FedEx y UPS, están modificando sus operaciones y previsiones financieras tras la entrada en vigor de nuevos aranceles y restricciones aduaneras que complican el comercio internacional.
Desde el 5 de abril, todas las importaciones a EE.UU. superiores a 800 dólares deben pasar por un proceso aduanal formal, muy por debajo del umbral anterior de 2,500 dólares. La medida busca frenar el volumen de compras de bajo costo provenientes de plataformas asiáticas como Temu y SHEIN. Esta modificación afecta directamente a las compañías que procesan millones de paquetes al año bajo el esquema de minimis, ahora limitado.
DHL Express fue la primera en reaccionar, anunciando la suspensión temporal de todos los envíos a personas físicas en EE.UU. por encima de los 800 dólares. Aunque los envíos entre empresas siguen activos, la compañía advirtió que incluso estos podrían experimentar retrasos de varios días debido a la saturación aduanal.
Por su parte, FedEx y UPS también han sentido el impacto. La caída en los envíos de bienes duraderos e insumos industriales ha reducido el volumen de carga y ha obligado a ambas compañías a recortar costos, rutas y personal. FedEx incluso redujo sus previsiones de ganancias para este año, citando la debilidad del sector industrial y la creciente presión operativa.
Las nuevas políticas no solo elevan los tiempos y costos de procesamiento, también afectan la eficiencia de las cadenas globales de suministro. Según un informe de la Cámara de Comercio de EE.UU., los aranceles actuales podrían continuar distorsionando la logística internacional si se mantienen en el mediano plazo.
Aunque las compañías mantienen balances sólidos, los analistas advierten que el entorno seguirá siendo difícil mientras persista el enfoque proteccionista de Washington. Para un sector que depende de la velocidad, cada nuevo trámite es un freno más.