La Iglesia católica ha escrito una nueva página en su historia con la elección del cardenal Robert Francis Prevost como el nuevo papa, quien adoptó el nombre de León XIV. Nacido en Chicago en 1955 y con ciudadanía peruana desde 2015, se convierte en el primer pontífice estadounidense. Su designación ha generado gran expectación en todo el mundo, no solo por su nacionalidad, sino por su trayectoria misionera y su profunda cercanía con América Latina.
Prevost, de 69 años, es miembro de la Orden de San Agustín y cuenta con una sólida formación académica que incluye estudios en matemáticas, divinidad y derecho canónico. Su carrera eclesiástica ha estado marcada por el servicio pastoral en Perú desde los años ochenta, donde fue obispo de Chiclayo, administrador del Callao y vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Esta experiencia en terreno, combinada con su rol como prefecto del Dicasterio para los Obispos, lo posicionó como un candidato fuerte y confiable durante el cónclave.
El nuevo pontífice ha sido reconocido por su liderazgo sereno, firmeza en temas claves como la lucha contra los abusos clericales, y su defensa de una mayor inclusión de las mujeres en la toma de decisiones dentro del Vaticano. En palabras suyas: “Sigo considerándome misionero. Mi vocación es proclamar el Evangelio donde sea que esté”.
La elección de León XIV sugiere una continuidad con el legado pastoral del papa Francisco, especialmente por su visión de una Iglesia global y sensible a las periferias. En su primer saludo desde el balcón de la Basílica de San Pedro, dirigió un mensaje de paz al mundo, marcando así el inicio de un pontificado que promete estar marcado por la humildad, la inclusión y el espíritu misionero.
