Barcelona, 13 de mayo de 2025.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a despertar críticas sobre sus posibles conflictos de interés luego de aceptar públicamente un avión ofrecido por el gobierno de Catar, en el marco de su gira por Medio Oriente.
Trump, quien ha reiterado que “no es presidente por dinero ni por poder”, se ha esforzado en destacar gestos simbólicos como donar su salario anual de $400,000 dólares al erario público. No obstante, sus decisiones y relaciones internacionales continúan siendo fuente de cuestionamientos.
Durante su primer mandato, las empresas del magnate se revalorizaron en más de 2,400 millones de dólares, según diversas investigaciones, lo que ha hecho difícil separar sus intereses comerciales de sus funciones políticas.
Catar, donde se encuentra la cúpula del grupo Hamás, según agencias de inteligencia, ha mantenido una relación estrecha con Trump. A pesar de su postura firme a favor de Israel, el presidente estadounidense ha promovido acercamientos diplomáticos y económicos con este país del Golfo.
En esta ocasión, Trump declaró que «sería estúpido rechazar un avión ofrecido por Catar», frase que ha generado polémica tanto en círculos políticos como en medios internacionales. La noticia ha intensificado el escrutinio sobre posibles influencias extranjeras dentro de su administración.
Funcionarios en la mira
Dos personas cercanas a Trump también están bajo observación por sus vínculos con Catar:
- Pam Bondi, exfiscal general designada por Trump, estuvo registrada como lobista de Catar, lo que ha despertado dudas sobre su independencia y posibles conflictos de intereses.
- Kash Patel, exasesor de inteligencia y actual director del FBI, trabajó como consultor para Catar sin haberse registrado legalmente como agente extranjero, violando la Foreign Agents Registration Act (FARA). Esta omisión podría haber derivado en sanciones si no hubiera sido porque Bondi bloqueó una investigación del Departamento de Justicia justo al asumir su cargo, protegiendo indirectamente a Patel.
Estos casos refuerzan la narrativa de que la administración de Trump opera con poca transparencia en sus relaciones internacionales y uso del poder en beneficio propio o de su círculo cercano.