Escuchar
Uno de los aprendizajes más importantes derivados de la negociación y ratificación del primer tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, entre 1991 y 1993, fue el papel que juega el cabildeo en ambas cámaras del congreso estadounidense. Tanto el sector privado como el gobierno mexicano se percataron de la necesidad de tener los contactos apropiados y los argumentos pertinentes para influir en la toma de decisiones de legisladores claves de ambos partidos, sin cuyo voto, el TLCAN – y posteriormente el TMECE – no hubieran sido aprobado. Y algo que los líderes de la industria mexicana de entonces, Jaime Serra y los demás miembros del gabinete involucrados directamente en la negociación y el propio presidente Salinas de Gortari se dieron cuenta, es que cabildear nada tiene que ver con repartir dinero.
Entonces, la presidencia de la república y la secretaría de Comercio y Fomento Industrial – lo que hoy es la secretaría de Economía – contrataron algunas empresas de cabildeo para que apoyaran el proceso de ratificación del tratado, unas con legisladores republicanos y otras con los demócratas, tanto para tener acceso a los congresistas clave, como para aprender a desarrollar los argumentos que se les tenían que presentar y definir los funcionarios que habrían de entrevistarse con los representantes que se consideraba que su voto estaba indeciso o que se podía volver un “si”. Muchos de los detalles se encuentran en el estudio que publicó The Center for Public Integrity, titulado The Trading Game, así como otros estudios publicados por el Instituto CD Howe de Canadá.
El esfuerzo que se realizó durante casi un año no sólo permitió la ratificación del TLCAN, sino que generó en ambas cámaras una plataforma de legisladores afines a México, y que respondían a las críticas que se hacían al país. Sin embargo, el PAN terminó el gasto en cabildeo y eventualmente se diluyó esa plataforma de legisladores afines a México, con lo que la postura de nuestro país se volvió más vulnerable en Washington. De la visita esta semana del grupo de nueve senadores para tratar de modificar el impuesto del 5% a las remesas se desprenden varias lecciones:
Hay que saber asociarse. Los legisladores de Estados Unidos ponen mayor atención cuando un tema afecta a un grupo importante de votantes y cuando los afectados son otros países, los argumentos tienen mayor resonancia cuando se presentan en grupo. México pudo haber trabajado en conjunto con algunos de los países más afectados por esta medida, como República Dominicana, Guatemala, Honduras, Filipinas, Vietnam, Nigeria o India.
No se puede cabildear con legisladores de segundo nivel. La jerarquía es un elemento determinante dentro del congreso de Estados Unidos, y aún más en el senado. Si los senadores mexicanos que fueron no tienen experiencia legislativa, como Andrea Chávez, Karina Ruiz o Ruth González o las credenciales necesarias como Mauricio Vila o Cristina Ruiz, no se puede esperar hablar con los presidentes de los comités responsables. Y no se diga cuando los senadores no hablan bien el inglés.
Hay que preparar un plan con tiempo. El que el embajador mexicano tenga amigos personales entre los legisladores no garantiza que sean los contactos ideales. Para eso hay que hacer un plan para identificar a los legisladores con quien conversar y en esta 119 Legislatura, los republicanos son los importantes porque son mayoría en ambas cámaras. Y hay que considerar que los republicanos conservarán al menos una de las dos cámaras en las elecciones de noviembre del 2026.
Los argumentos son más importantes que las personas. El que el presidente de un partido o de alguna de las cámaras del congreso sea parte de este proceso puede ayudar para lograr entrevistas con sus contrapartes en el Capitolio, pero hay que saber qué se va a decir y hacerlo en un lenguaje que los congresistas lo entiendan. Los legisladores de Estados Unidos entienden la política internacional sólo en términos de las implicaciones que pueda tener para su estado o distrito.
Hay que generar relaciones duraderas. Las visitas de esta semana pueden iniciar relaciones de largo plazo que serán claves para la ratificación del nuevo TMEC. Sin un sólido plan de cabildeo el nuevo tratado no será ratificado debido a los intereses en contra y al costo político que Estados Unidos querrá imponer. Estas visitas tienen que continuar desde ahora, de manera constante, para que sean efectivas. Veremos en junio qué aprendió el gobierno mexicano de esta experiencia.