El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) ha sido reconocido por muchos usuarios como una opción cómoda y moderna frente al congestionado AICM. Con instalaciones amplias, filtros de seguridad ágiles, pasillos tranquilos y un entorno ordenado, el AIFA ofrece una experiencia de viaje menos estresante. Sin embargo, su principal debilidad sigue siendo la distancia y la falta de conectividad eficiente con el resto de la Ciudad de México.
Viajar desde el sur de la capital puede tomar hasta dos horas, sin contar el tiempo adicional recomendado por seguridad. Aunque el aeropuerto ofrece tarifas accesibles de estacionamiento y transporte terrestre, la ausencia de una conexión ferroviaria rápida sigue siendo una barrera clave. El prometido Tren Suburbano, que uniría Buenavista con el AIFA en 39 minutos, aún no entra en operación. Aunque su inauguración está prevista para julio de este año, por ahora solo hay una estación vacía en el aeropuerto.
Esta falta de conectividad ha retrasado el interés de aerolíneas internacionales. Directivos como Alejandro Arias, de Lufthansa, han señalado que una infraestructura de transporte eficiente será clave para futuras expansiones.
En cuanto a operación, todas las aerolíneas nacionales ya tienen presencia en el AIFA, pero cerca de un tercio de los mostradores de check-in siguen vacíos. Las tiendas y restaurantes están abriendo poco a poco, pero todavía no operan a plena capacidad.
Pese a estos retos, el aeropuerto alcanzó su punto de equilibrio financiero en 2024, con utilidades reportadas por 78 millones de pesos y un tránsito de más de 9.7 millones de pasajeros en el año. En el primer trimestre de 2025, se movilizaron 1.6 millones de personas, lo que representa un aumento del 45.4% respecto al mismo periodo del año anterior.
No obstante, las cifras aún están lejos de la capacidad esperada de 20 millones de usuarios anuales. Para que el AIFA logre consolidarse como una opción real frente al AICM, necesita más que comodidad: requiere accesibilidad eficiente. Por ahora, es un aeropuerto bien equipado, pero con baja demanda, que sigue esperando el tren que lo conecte con su potencial.