Nissan ha dado inicio a un proceso de ajuste profundo para hacer frente a la mayor crisis financiera de su historia reciente. Con pérdidas netas de 4,500 millones de dólares en el último año fiscal, la automotriz japonesa anunció una serie de medidas drásticas que incluyen despidos masivos, reducción de capacidad productiva y la posible venta de su icónica sede en Yokohama, valorada en casi 700 millones de dólares.
La compañía eliminará 20,000 empleos a nivel global y reducirá su producción anual de 5 a 4 millones de vehículos para el año fiscal 2026. Según medios japoneses, siete de sus 17 plantas están siendo evaluadas para su cierre, incluidas instalaciones en India, Sudáfrica, México, Argentina y Japón. Aunque Nissan ha calificado estos reportes como especulativos, el futuro de algunas operaciones sigue siendo incierto, pese a que México es uno de sus principales centros de manufactura.
Además, Nissan suspendió nuevamente el pago de dividendos a sus accionistas para el ejercicio 2025, como ya lo hizo el año anterior. La empresa aún no ha publicado proyecciones claras sobre sus beneficios operativos, y enfrenta un entorno adverso con caída de ventas, aumento de costos de insumos y la presión por electrificar su portafolio.
Para obtener liquidez, Nissan también evalúa vender activos estratégicos como parte de sus participaciones en Renault y AESC Group. Asimismo, busca recaudar más de 7,000 millones de dólares mediante bonos convertibles y préstamos, algunos con respaldo del gobierno del Reino Unido.
Pese a la magnitud del ajuste, Nissan asegura que estas medidas podrían estabilizar sus finanzas y devolverle rentabilidad hacia el ejercicio fiscal 2027. «No hay soluciones fáciles. Restaurar la salud financiera es nuestra prioridad», declaró su CEO Iván Espinosa, dejando en claro que la compañía está dispuesta a hacer sacrificios estructurales para adaptarse a un nuevo escenario global.