La creciente escasez de agua en México —impulsada por el cambio climático, explosión demográfica y redes de distribución ineficientes— ya alcanza niveles críticos en regiones del centro y norte del país. Ante este panorama, expertos coinciden en que potenciar el tratamiento de aguas residuales es indispensable para garantizar la disponibilidad del recurso, tanto en ámbitos urbanos como rurales .
Actualmente, solo la mitad de las más de 2,500 plantas de tratamiento en operación logran un manejo adecuado del flujo captado, lo que reduce significativamente el volumen recuperable y presiona las fuentes naturales como ríos, acuíferos y lagos . Las pérdidas en la infraestructura —a través de fugas, tuberías deterioradas o red obsoleta— agravan aún más la situación .
Tanto la industria como el sector agropecuario podrían beneficiarse del reúso si se generaliza el uso de tecnologías eficientes, como el sulfato de cobre —para control de algas— y carbón activado —para mejorar calidad y eliminar olores— . También hay soluciones escalables y apropiadas para comunidades pequeñas, que requieren impulso normativo e inversión conjunta público-privada .
Sin embargo, la implementación enfrenta retos clave. Requiere no solo ampliar infraestructura, sino también robustecer la regulación, fortalecer mecanismos de supervisión y asegurar recursos para mantenimiento. La meta: fomentar la recuperación de agua con criterios técnicos y ambientales, mitigar la presión sobre fuentes naturales y promover una justicia hídrica.