Durante la asamblea general de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA), un grupo creciente de trabajadoras interrumpió el informe de la secretaria general, Ada Salazar, para pedir su renuncia, acusándola de irregularidades en el manejo del sindicato . Entre las acusaciones destacan el incumplimiento de los plazos estatutarios —que convirtió una reunión ordinaria en extraordinaria— y la presunta “violación reiterada” de normas internas .
Un foco importante de inconformidad se centró en la inclusión de dos sobrecargos de Connect, que ya habían sido dadas de baja por Aeroméxico, en las planillas sindicales, sin respetar la antigüedad del resto de los compañeros. Este hecho generó un ambiente de discordia, al considerar muchos integrantes que fue un acto de favoritismo y violación de la equidad interna.
Esta no es la primera vez que Salazar enfrenta críticas; durante negociaciones con Aeroméxico, los trabajadores denunciaron su recurrente ausencia y que delegaba su representación, fortaleciendo la percepción de un liderazgo distante o poco comprometido . En respuesta a las exigencias, Salazar sugirió que los inconformes “primero pasen a la caja a pagar 132 pesos”, lo que magnifica su desconexión con la base sindical .
El clima actual pone en duda la gobernabilidad de la ASSA: si la dirigente no atiende la petición de destitución, podría fragmentarse la unidad y debilitarse la negociación colectiva. El sindicato enfrenta una encrucijada: renovar su liderazgo con mecanismos transparentes o continuar con una estructura cuestionada por sus propias bases.