Disneyland ha inaugurado una de sus atracciones más simbólicas: Walt Disney — Una Vida Mágica, un espectáculo que combina documental, escenografía detallada y un hiperrealista audioanimatrónico del propio Walt Disney. Esta figura robótica, presentada en el marco del 70º aniversario del parque, se posiciona como la más avanzada creada por Walt Disney Imagineering, gracias a sus gestos sutiles, fluidez de movimientos y fidelidad en la apariencia.
Durante 17 minutos, los visitantes presencian una experiencia que alterna entre la recreación de la oficina del fundador y fragmentos narrados por el CEO Bob Iger, con grabaciones originales de la voz de Walt. La intención, según los Imagineers, es humanizarlo para nuevas generaciones, alejándolo de la imagen corporativa abstracta con la que muchos lo asocian hoy.
Sin embargo, no todo ha sido celebración. Joanna Miller, nieta del fundador, expresó públicamente su oposición a la representación mecánica de su abuelo, argumentando que él no habría aprobado ser inmortalizado de esta manera. La empresa, por su parte, respondió que no existe evidencia documentada de dicha oposición.
La atracción no busca competir con las más populares del parque, sino ofrecer un espacio íntimo de homenaje y reflexión sobre el legado de Walt Disney y los límites del uso de la tecnología para preservar la memoria histórica. En una era donde la IA y la robótica se entrelazan con el entretenimiento, esta propuesta plantea una interrogante relevante: ¿hasta qué punto la tecnología honra o reemplaza al ser humano?