La Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial (WAIC) celebrada este fin de semana en Shanghái no solo fue un escaparate de innovación tecnológica, sino también una afirmación del papel que China busca asumir como potencia global en inteligencia artificial. Desde robots que sirven bebidas hasta androides que juegan mahjong o boxean en un ring, el evento reunió más de 800 empresas y presentó más de 3,000 productos, reflejando la velocidad con la que el país impulsa su ecosistema tecnológico.
El primer ministro Li Qiang aprovechó la inauguración para anunciar una futura organización dedicada a la gobernanza de la IA, reconociendo la necesidad de equilibrar beneficios con riesgos. Sin embargo, el ambiente del foro fue más festivo que reflexivo, con público entusiasta ante las demostraciones de robots humanoides, pese a sus evidentes torpezas funcionales.
Entre los protagonistas, destacó el robot G1 de Unitree, un androide de 130 cm que ejecuta movimientos de combate con sorprendente estabilidad. Su sucesor, el R1, de tamaño humano, será comercializado por menos de 6,000 dólares, un precio agresivo que marca la estrategia de China por democratizar el acceso a estas tecnologías.
Además, Baidu presentó avances en “humanos digitales”, avatares inteligentes capaces de conducir transmisiones de e-commerce y tomar decisiones en tiempo real, con resultados comerciales ya comparables —o superiores— a los de sus contrapartes humanas.
Con inversiones masivas, una vasta base de datos y múltiples escenarios de aplicación, China parece decidida a disputar el liderazgo global en IA, no solo desde lo técnico, sino también en su regulación.