Tesla y Samsung han firmado una alianza estratégica valuada en 16,500 millones de dólares para la fabricación de chips de nueva generación, clave para el desarrollo del sistema de conducción autónoma Full Self-Driving de Tesla. Este movimiento no solo fortalece la posición tecnológica de ambas compañías, sino que redefine el futuro del automóvil eléctrico al centrar la innovación en el poder de cómputo más que en los motores.
El chip AI6, que será diseñado por Tesla y producido por Samsung, se fabricará en una planta ubicada en Taylor, Texas. Elon Musk ha señalado que supervisará personalmente el proceso, asegurando eficiencia y control en esta etapa crítica. La fábrica, cuyo arranque estaba previsto para 2026, toma nuevo impulso tras el estancamiento causado por la falta de clientes ancla para Samsung. Con este acuerdo, se garantiza producción hasta al menos 2033.
Este anuncio también tiene implicaciones económicas y políticas. Para Samsung, representa una bocanada de oxígeno tras una caída del 56% en las ganancias operativas de su división de chips. Para Tesla, es un paso decisivo hacia la independencia tecnológica frente a TSMC y SK Hynix, sus actuales competidores y proveedores. Musk también advirtió que el volumen final de producción será mucho mayor al monto inicial anunciado.
La competencia en el sector ya no se libra en las carreteras, sino en los laboratorios de diseño de semiconductores. Esta inversión es un claro mensaje: el auto del futuro será tan inteligente como el chip que lo controle.