Lewis Hamilton cerró su peor fin de semana con Ferrari al quedar eliminado en la Q2 del Gran Premio de Hungría, concluyendo décimo segundo en la carrera y fuera de zona de puntos por primera vez en esta temporada. Visiblemente afectado, el heptacampeón se calificó a sí mismo como “absolutamente inútil” e incluso sugirió que Ferrari debería considerar cambiar de piloto.
A diferencia de Hamilton, su compañero Charles Leclerc logró la pole position, marcando un contraste contundente en el rendimiento entre ambos pilotos. Leclerc reconoció las dificultades en las sesiones de clasificación y describió su pole como inesperada, debido a lo ajustado del rendimiento del SF‑25 en todas las tandas.
Más allá de la autocrítica, Hamilton admitió que Ferrari no ha mostrado fallas “el coche está en pole” y dejó entrever una atmósfera tensa en el equipo, con “muchas cosas pasando en segundo plano” que no funcionan adecuadamente. Incluso después de la carrera, comentó que no sabe qué camino tomará de ahora en adelante, reflejando incertidumbre sobre su futuro inmediato.
Este episodio se suma a un inicio difícil en su primer año con Ferrari: no ha subido al podio en Grandes Premios, solo ganó la sprint en China, y ha quedado por debajo de Leclerc en la mayoría de las sesiones clasificatorias.
Lo que emergía como un fichaje estelar está convirtiéndose en una prueba compleja de adaptación para el británico, que enfrenta críticas internas y externas sin encontrar respuestas concretas.