En México, importantes cadenas minoristas y plataformas de comercio electrónico están introduciendo sus propias tarjetas de débito como una estrategia clave para fomentar la inclusión financiera. Empresas como Mercado Libre (a través de Mercado Pago) ya ofrecen una tarjeta Mastercard vinculada a cuentas digitales, que se puede utilizar tanto en línea como en establecimientos físicos. Amazon lanzó recientemente “Amazon Access” en colaboración con Invex y Mastercard, mientras que Walmart se encuentra en fase piloto con su producto “Cashi”, una cuenta conectada al sistema SPEI.
Expertos, como Marco Aguilar de EY Latin America, señalan que esta diversificación les permite complementar su oferta, atraer más clientes, mejorar la experiencia de compra y desarrollar nuevas fuentes de ingresos. Al tener un flujo transaccional consolidado, el paso hacia los servicios financieros resulta “natural”.
Estos esfuerzos buscan integrar a millones de mexicanos que, por falta de acceso al sistema bancario tradicional—se estima que cerca del 50 % de la población adulta no cuenta con servicios financieros formales—quedaron fuera de la economía digital.
Desde una perspectiva crítica, aunque estas iniciativas expanden opciones para los no bancarizados mediante la infraestructura y alcance de los retailers, es fundamental evaluar si realmente promueven una inclusión financiera profunda y sostenible. ¿Ofrecen educación financiera, seguimiento al uso responsable, o solo multiplican medios de pago sin transformar la desigualdad estructural?