El universo zapoteca y la magia del circo se entrelazan en Origen, la más reciente exposición del artista plástico Leobardo Huerta, que se exhibe en Oculto Showroom–Dharana en la colonia Roma. La muestra ofrece una mirada nostálgica y simbólica a través de esculturas, textiles, joyería y pinturas realizadas con técnicas ancestrales y pigmentos naturales, en un intento por recuperar la memoria cultural y personal del artista.
Bajo la curaduría de Paola Talavera “Kuratrix”, esta exposición individual da vida a elementos emblemáticos como jaguares, danzantes, el Sol y la Luna, combinándolos con maromeros y elefantes que evocan el recuerdo del circo en la infancia del creador. Las obras fueron elaboradas sobre soportes poco convencionales, como huevos de avestruz, comales de barro, documentos antiguos y guajes, lo que refuerza la conexión con lo artesanal y lo ritual.
Entre las piezas más destacadas se encuentran “Los maromeros” I y II, obras de gran formato realizadas sobre papel amate con pigmentos como grana cochinilla, lapislázuli y hoja de oro, inspiradas en pasajes del Códice Mendocino. También sobresale un autorretrato pintado sobre un comal zacatecano de 50 cm, donde Huerta emplea pigmentos de tierra que van del ocre al rojo. Además, la exposición incluye textiles intervenidos, joyería en plata y ámbar, y una serie de gouaches con figuras en pleno movimiento circense.
Egresado de La Esmeralda y con una maestría en la Academia de San Carlos, Huerta ha desarrollado su carrera entre Europa y América. En Origen, busca reconectar con sus raíces oaxaqueñas y honrar la herencia cultural que marcó su niñez. “Es un intento por recuperar la visión ancestral del mundo, como lo aprendí de niño. Quiero que no se pierda esa cosmovisión”, explica el artista, quien ahora radica en la Ciudad de México y mantiene viva la tradición indígena desde una perspectiva contemporánea.