Geopolítica y Comercio
A lo largo de los últimos tres meses, Donald Trump ha venido manejando la aplicación de aranceles de manera mucho más selectiva, mandando con ello diferentes mensajes. En el caso de los aranceles recíprocos, que inicialmente tenían el objetivo de servir como represalia por lo que había calificado como el maltrato del resto del mundo hacia los productores estadounidenses, se han convertido en un arma de presión para conseguir diversos objetivos políticos, como el caso del juicio político en contra del expresidente Bolsonaro, el tráfico de fentanilo en el caso de México o simplemente su desprecio por algunos países, como Canadá.
Por otra parte, la aplicación de aranceles a ciertos insumos o productos terminados, como el cobre, el acero o los autos, parece tener la intención de promover la producción doméstica, aunque Trump parece ignorar que Estados Unidos no cuenta con la capacidad de producir todas estas materias primas en las cantidades que requiere su industria. Sin embargo, ha demostrado ser mucho más receptivo al cabildeo de la industria de su país que a los argumentos de otros países, como cuando suspendió el arancel propuesto a las películas que se ruedan fuera de la Unión Americana. Hasta el inicio del gobierno de Trump, el 65% de las importaciones en Estados Unidos eran insumos diversos y productos semi-terminados, por lo que la gran mayoría de ellos no tenía ningún arancel.
Las impugnaciones a los aranceles aplicados en base a la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional – conocida en inglés como la IEEPA – alegando que no existe una emergencia que los justifique, han hecho que el gobierno de Trump use la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial para justificar nuevos gravámenes. Sin embargo, mientras que la IEEPA permite la aplicación inmediata de medidas para enfrentar la emergencia que el presidente esté enfrentando, la sección 232 requiere que el Departamento de Comercio realice una evaluación, de acuerdo con el protocolo de la misma ley.
Actualmente existen ocho investigaciones en curso: 1) para importaciones de madera, donde el principal proveedor es Canadá; 2) para semiconductores, que provienen principalmente de Taiwán, Malasia, Vietnam y Corea del Sur; 3) para productos farmacéuticos, que se importan sobre todo de Suiza, de la Unión Europea y de la India; 4) minerales críticos, una lista de 50 minerales que incluyen las 17 “tierras raras” y cuyo acceso es una de las principales prioridades del gobierno de Trump, que se encuentran en particular en China, Rusia y Sudáfrica, países miembros del grupo de los BRICS; 5) camiones pesados, donde los principales proveedores son México, Canadá y Japón; 6) aviones y partes, importados sobre todo de Canadá, Brasil, Francia y China; 7) drones, importados en su mayoría de China, Malasia y Corea del Sur; y 8) polisilicio, usado para la fabricación de células solares y dispositivos electrónicos que provienen sobre todo de China, Malasia, Canadá y Noruega. Todas ellas deben estar listas antes de que termine el año y entonces Trump tiene hasta 90 días para tomar una decisión.
Hasta el año pasado, se habían elaborado 40 investigaciones en base a la sección 232 de las que sólo 14 concluyeron que existía alguna amenaza seria a la seguridad nacional de Estados Unidos. Sin embargo, en sólo nueve de ellas el presidente decidió aplicar aranceles u otras medidas comerciales. No es el caso de Trump, que considera los aranceles como una fuente de ingreso para el gobierno y un elemento para reducir el déficit en balanza comercial, que superó los 689,688 millones de dólares durante el primer semestre del año. De acuerdo con Customs & Border Protection, los aranceles han generado 129,200 millones de dólares este año hasta el 10 de agosto, 130.9% más que lo que se había recolectado en el mismo periodo el año pasado.
La mejor estrategia que los productores extranjeros pueden usar es hacer que sus socios comerciales en Estados Unidos sirvan como sus voceros ante los funcionarios de la Casa Blanca para explicar las consecuencias de los aranceles. De acuerdo con los reportes del Departamento de Justicia, hubo un número récord de países que contrataron a diferentes empresas de cabildeo para evitar la aplicación de aranceles recíprocos y sectoriales, en general con malos resultados. Aunque Trump siga sin reconocer públicamente los efectos inflacionarios de los aranceles, no ignora los efectos de sus decisiones sobre los indicadores de los mercados accionarios.