La inversión de cartera extranjera en México ha mostrado una tendencia a la baja, con una salida de capitales de 8.942 millones de dólares en el primer semestre de 2025. Este fenómeno, que acumula cinco trimestres consecutivos de desinversión, es un reflejo de la creciente aversión al riesgo en los mercados globales y de la incertidumbre en torno a las tensiones comerciales con Estados Unidos. Los analistas señalan que los inversionistas han ajustado sus expectativas de crecimiento para el país, lo que ha reducido el apetito por los activos financieros locales.
Sin embargo, el panorama financiero de México no se ha deteriorado. La salida de capitales de cartera está siendo compensada por un sólido desempeño de otros pilares de la economía. El país ha logrado atraer un récord de inversión extranjera directa (IED) y mantiene un robusto ingreso por remesas y turismo. Estos flujos de capital, que son menos volátiles que la inversión de cartera, actúan como un contrapeso y garantizan la estabilidad de la balanza de pagos.
El caso de México demuestra una reconfiguración de la inversión extranjera. Mientras la inversión especulativa retrocede, el capital a largo plazo, atraído por el potencial del nearshoring, sigue fluyendo hacia proyectos productivos. Este cambio en el perfil de la inversión extranjera puede ser una señal saludable para la economía, ya que el capital a largo plazo es el que verdaderamente impulsa el crecimiento, la creación de empleos y el desarrollo de la infraestructura productiva.