La policía de Minneapolis reveló que Robin Westman, presunta autora del tiroteo ocurrido en una escuela católica de Minnesota, actuó con la intención explícita de provocar sufrimiento en menores. El trágico ataque, que dejó dos niños muertos y 17 personas heridas —entre ellas 14 menores—, ha sido catalogado como un acto terrorista por el FBI, debido a su motivación basada en ideologías extremistas.
Durante una rueda de prensa, el jefe de la policía, Brian O’Hara, informó que en la iglesia de la escuela se encontraron cerca de 120 casquillos de un rifle usado por Westman, quien se quitó la vida en el lugar. Aunque no se confirmó un motivo específico, las autoridades señalaron que la tiradora mostraba una inquietante fascinación por otros atentados masivos y buscaba notoriedad con sus acciones.
El fiscal de distrito Joseph Thompson añadió que Westman tenía una obsesión enfermiza con causar daño a los niños. Aunque evitó repetir las palabras textuales de la atacante por su crudeza, aseguró que su objetivo era verlos sufrir. Paralelamente, las investigaciones descubrieron mensajes escritos y grabados que contenían expresiones de odio contra la religión católica, la comunidad judía, Israel y el expresidente Donald Trump.
El director del FBI, Kash Patel, reiteró en redes sociales que el ataque representa una amenaza terrorista derivada de una ideología de odio. También generó controversia al referirse a la atacante por su nombre de nacimiento, «Robert Westman», desestimando su identidad de género legalmente reconocida como mujer. Este nuevo episodio de violencia ha reavivado el debate sobre el control de armas en Estados Unidos, especialmente en contextos escolares.
