El Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) ha calificado el estado de la economía mexicana como de «atonía y estancamiento» en agosto. Según sus indicadores adelantados, el sector manufacturero se mantuvo en zona de contracción por decimoséptimo mes consecutivo, con un indicador de 45.6 unidades. El sector no manufacturero, por su parte, se acercó al umbral de la expansión, pero sin cruzarlo, lo que sugiere que la recuperación aún no es sólida.
Este diagnóstico del IMEF revela un dilema: la economía muestra señales de debilidad en el corto plazo, pero las expectativas de crecimiento para el año han sido mejoradas. El propio IMEF revisó su pronóstico a un modesto 0.4%, y el Banco de México (Banxico) hizo lo propio, elevando su estimación a 0.6%. La discrepancia entre los indicadores de actividad actuales y las proyecciones de crecimiento subraya la incertidumbre que reina en el panorama económico. Analistas sugieren que el optimismo está anclado en la expectativa de que los grandes proyectos de infraestructura del gobierno, aunque con retrasos, finalmente impulsarán la economía.
La situación actual es crítica. El ligero repunte en los indicadores no es suficiente para revertir la tendencia a la baja en la actividad productiva. La persistente contracción manufacturera y la débil inversión son un claro reflejo de la falta de dinamismo económico. A pesar de las revisiones al alza, la economía mexicana aún enfrenta un reto importante para consolidar un crecimiento robusto y sostenible.