Los incendios forestales han vuelto a asolar California, esta vez devastando la histórica región del «País del Oro» y obligando a miles de personas a evacuar sus hogares. La destrucción no solo tiene un costo humano, sino también una factura económica masiva, que impacta directamente en las finanzas de los residentes, las empresas locales y la industria de seguros. La creciente frecuencia e intensidad de los incendios está convirtiendo los eventos climáticos extremos en un factor de riesgo financiero sistémico en el estado.
El impacto económico es una bomba de tiempo. Las pérdidas aseguradas por los incendios de este año, que se estiman en miles de millones de dólares, se suman a las enormes pérdidas de años anteriores. Esta carga financiera ha provocado que las aseguradoras dejen de vender pólizas a propietarios en zonas de alto riesgo o que aumenten drásticamente las primas. La situación ha creado una crisis de acceso a la vivienda y de asequibilidad, ya que muchos propietarios se ven obligados a buscar cobertura en el mercado de seguros del estado, el cual tiene un costo mucho más elevado.
A nivel gubernamental, los incendios ejercen una presión sin precedentes sobre las finanzas públicas. El costo de la extinción de incendios, el apoyo a los evacuados y la reconstrucción de las comunidades está agotando los presupuestos de los gobiernos locales y estatales. El problema ya no es cómo recuperarse de un solo incendio, sino cómo financiar una respuesta permanente a una amenaza que se ha vuelto endémica. El caso de California es un claro recordatorio de cómo el cambio climático se está traduciendo en un problema de viabilidad económica a largo plazo.