En su reporte más reciente, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) confirmó que Lorena, inicialmente una tormenta tropical, ha alcanzado la categoría 1 de huracán en la escala Saffir-Simpson, con vientos sostenidos de entre 120 km/h y 130 km/h, y rachas que superan los 150 km/h. Su centro se localiza entre 165 y 230 km al suroeste de Cabo San Lucas.
El sistema se mueve en dirección noroeste a unos 24 km/h, desplazándose de manera paralela a la costa de Baja California Sur y se espera que toque tierra entre el jueves por la noche y el viernes. Aunque podría debilitarse a tormenta tropical antes del impacto, se prevén lluvias intensas, potencialmente entre 5 y 15 pulgadas, que podrían provocar inundaciones y deslaves en zonas montañosas, además de oleaje elevado que genere corrientes peligrosas cerca de la costa.
Las alertas por tormenta tropical ya están activas desde Santa Fe hasta Punta Abreojos, incluyendo áreas muy concurridas como Los Cabos. La Conagua y Protección Civil han exhortado a la población a mantenerse informada, limitar movilidades y protegerse ante posibles emergencias.
Entre los posibles fenómenos vinculados, se incluyen inundaciones urbanas, especialmente en Cabo San Lucas, y la activación del DN-III-E, con más de mil refugios listos para recibir a la población afectada.
Lorena representa una amenaza real y amplia: el riesgo no solo radica en el viento, sino sobre todo en el agua. La lluvia intensa y los deslizamientos pondrán en jaque las infraestructuras y comunidades en zonas bajas y altas. La coordinación interinstitucional y la preparación previa son fundamentales, pero aún más lo será asegurar una respuesta efectiva tras el paso del fenómeno, con atención a los más vulnerables y una recuperación rápida y ordenada.