La transición hacia una movilidad más limpia en México dio un paso clave con la inversión de 250 millones de dólares que VEMO, empresa mexicana de transporte eléctrico, acaba de asegurar. Los recursos, liderados por el fondo estadounidense Vision Ridge Partners, permitirán desplegar más de 50,000 taxis eléctricos y 20,000 puntos de recarga en los próximos cinco años, principalmente en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
El plan coloca a VEMO como uno de los actores más ambiciosos en electrificación urbana, pero también subraya la dependencia de México respecto a la cadena de suministro china. La mayoría de los vehículos provendrán de fabricantes como BYD, JAC y GAC, que dominan la producción de baterías y plataformas de bajo costo. Según el CEO Roberto Rocha, ningún eléctrico por debajo de los 20,000 dólares se logra sin esa base tecnológica, aunque adelantó que analizan sumar modelos de General Motors en el futuro.
El contexto internacional, sin embargo, agrega incertidumbre. Las políticas arancelarias de Donald Trump y la posibilidad de que México aumente impuestos a importaciones chinas, como se debate en la propuesta de presupuesto 2026, podrían frenar la estrategia. En ese escenario, la compañía incluso evalúa mover parte de sus inversiones a otros países de Latinoamérica.
La apuesta de Vision Ridge, con activos superiores a 5,100 millones de dólares, evidencia confianza en el mercado mexicano, pero también plantea un dilema: ¿puede México acelerar la electrificación del transporte sin caer en una nueva dependencia tecnológica extranjera?