24 de septiembre de 2025
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OPINIÓN

Endeudar para gastar, gastar para perder

El Paquete Económico 2026 destina más recursos a deuda e intereses que a salud, educación o seguridad, hipotecando el futuro en caprichos políticos.

Coyuntura económica y algo más

Prometieron crecimiento, entregan deuda; prometieron desarrollo, reparten desigualdad…

Macraf

El Paquete Económico 2026 confirma que, a pesar de los discursos de disciplina, este gobierno sigue apostando al endeudamiento como motor de su narrativa. La Ley de Ingresos prevé 10.2 billones de pesos de ingresos totales, pero casi 1.5 billones de pesos, es decir, 14.4%, vendrán de deuda. En siete años, el saldo de los Requerimientos Financieros del Sector Público pasó de 46.5% del PIB en 2018 a un estimado de 52.3% en 2026. El doble de deuda en términos nominales y una carga que compromete a generaciones futuras.

El costo financiero ya es escandaloso: 1.6 billones de pesos tan solo en 2026, lo que equivale a 13.4% del gasto total y 4.1% del PIB. Para dimensionar: es más del doble de lo que se destinará a salud (2.6% del PIB) y cuatro veces lo que irá a seguridad pública. En otras palabras, México gasta más en pagar intereses que en cuidar a sus ciudadanos o atender a sus enfermos.

Como si no bastara, la Ley de Ingresos incluye una medida absurda: un cobro del 0.09% sobre los depósitos bancarios vía retención de ISR. Traducido: ahora se castiga a quienes tienen el mal hábito de ahorrar. En lugar de incentivar la inversión o el crédito, se exprime al ciudadano que guarda su dinero en el banco. Un despropósito en un país donde el ahorro interno ya es insuficiente para financiar proyectos productivos.

El Presupuesto de Egresos tampoco se queda atrás en despropósitos. El gasto total será de 10.1 billones de pesos, con un aumento real de 5.9% respecto a 2025. Hasta ahí, todo bien. El problema son las prioridades: se destinarán 104.6 mil millones de pesos a trenes de pasajeros, un capricho político disfrazado de infraestructura estratégica, y 327.6 mil millones de pesos a proyectos energéticos que, en el caso de Pemex, solo sirven para tapar un hoyo con otro más grande. Mientras tanto, a la seguridad pública se le asigna menos del 2% del PIB, insuficiente para enfrentar un país que cerrará este año con más de 35 mil homicidios dolosos.

En educación, se proponen 1.3 billones de pesos, apenas 3.3% del PIB, por debajo del 4.3% recomendado por la OCDE. En salud, 995 mil millones, equivalentes a 2.6% del PIB, cuando la OMS recomienda al menos 6%. Pero claro, lo importante no es la salud o la educación, sino mantener vivos proyectos que ya demostraron su inviabilidad financiera.

De acuerdo con el IMCO, México está comprometiendo su futuro en una estrategia de gasto que no fortalece productividad ni competitividad. Lo que se ve es un presupuesto que gasta más en trenes que en seguridad, más en pagar deuda que en salud, más en propaganda que en justicia.

Y lo más irónico: tanto el tabasqueño como la corcholata mayor, en su discurso, satanizaron la deuda y prometieron nunca aumentarla. La realidad es que no saben gobernar si no es con dinero prestado. Y ese capricho, tarde o temprano, terminarán pagándolo los ciudadanos.

Así, así los tiempos estelares del segundo piso, de la transformación de cuarta.


✒️ El apunte incómodo | ¿Presidenta o adorno?

La reciente detención del exsecretario de seguridad de Tabasco en el gobierno de Adán Augusto abre una coyuntura que podría ser histórica. La corcholata mayor tiene la oportunidad de marcar distancia del morador de Palenque y mostrar que ejerce poder propio. No hacerlo confirmaría lo que muchos sospechan: que en este país nada pasa sin el consentimiento del tabasqueño.

Y ojo, no hablamos solo de un caso aislado. Adán Augusto, junto con el actual secretario de educación y otros, están señalados por su participación en la red del llamado huachicol fiscal. Además, los vínculos con el narcotráfico siguen ahí. El nuevo poder judicial parece vendido, y la moradora de Palacio, un simple ornamento en la escenografía política.

La pregunta es simple: ¿tenemos Presidenta o tenemos un adorno más?

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