La carrera hacia la inteligencia artificial de nueva generación dio un salto histórico: NVIDIA invertirá hasta 100,000 millones de dólares en OpenAI para crear lo que denominan “superinteligencia”. El acuerdo contempla el despliegue de al menos 10 gigavatios de capacidad energética, una cifra comparable a la producción conjunta de diez plantas nucleares, destinada a alimentar centros de datos masivos especializados en IA.
El plan se sustenta en la plataforma Vera Rubin, el próximo superchip de NVIDIA que combina CPU “Vera” y GPU “Rubin”, diseñado como sucesor de la arquitectura Grace Blackwell. Su lanzamiento, previsto para 2026, promete multiplicar el rendimiento en entrenamiento e inferencia de modelos.
Bajo esta alianza, NVIDIA aportará el hardware y el capital, mientras que OpenAI se encargará de entrenar los sistemas. Esta infraestructura permitirá escalar modelos de IA a niveles inéditos, aunque también plantea retos significativos en términos de consumo energético y sostenibilidad, dado el colosal gasto requerido para mantener y enfriar los equipos.
Sam Altman, CEO de OpenAI, aseguró que esta colaboración busca “acelerar el avance de la IA a un ritmo nunca visto” y democratizar sus beneficios. Por su parte, Greg Brockman, cofundador de la compañía, destacó que la relación con NVIDIA ha sido clave desde los inicios y que esta nueva inversión permitirá “ampliar las fronteras de la superinteligencia”.
El anuncio no solo marca la mayor apuesta económica y tecnológica en la historia de la IA, sino que también abre un debate crítico: ¿está el mundo preparado para la infraestructura energética y los riesgos que implica el salto hacia una inteligencia artificial de poder casi ilimitado?