El gobierno chino, a través de su Ministerio de Comercio, anunció el 25 de septiembre el lanzamiento de una investigación formal contra los aranceles y barreras comerciales impuestos por México a productos importados desde Asia. La indagación cubrirá medidas recientes como aumentos arancelarios en vehículos, autopartes, textiles y juguetes, así como supuestas restricciones a inversiones.
China manifestó su oposición a lo que considera “medidas coercitivas” y advirtió que investigará con rigor para defender sus intereses comerciales. La pesquisa está prevista para durar seis meses, aunque puede ser extendida si las circunstancias lo requieren.
En México, el anuncio genera tensiones diplomáticas y comerciales. El gobierno mexicano ha defendido que los aumentos arancelarios no están dirigidos exclusivamente contra China, sino que aplicarán de manera general a países con los cuales no tiene tratados comerciales. Autoridades mexicanas han argumentado que su intención es proteger la producción nacional y corregir desequilibrios en la balanza comercial que han crecido en los últimos años.
Expertos advierten que, si bien México busca proteger industrias locales, el movimiento podría tener repercusiones en la inversión externa, en los costos de importación y en las cadenas globales de suministro. Por ahora, las negociaciones diplomáticas entre México y China toman protagonismo como estrategia para apaciguar las diferencias.