La llamada «variante Frankenstein» del Covid-19, científicamente conocida como XFG, ha capturado la atención mundial, pero ¿realmente representa una amenaza o es solo una exageración mediática? La XFG es un linaje recombinante que surge cuando dos variantes, en este caso sublinajes de Ómicron, se mezclan en un mismo huésped, resultando en un virus con fragmentos genéticos de ambas cepas.
Detectada por primera vez en enero de 2025, la variante fue incluida en la lista de «bajo monitoreo» por la OMS en junio del mismo año. Aunque se ha identificado en más de 35 países, su impacto sigue siendo moderado. Según la OMS, aunque XFG podría transmitirse con algo más de rapidez que otras variantes, no hay evidencia concluyente de que cause mayores complicaciones ni que incremente la tasa de hospitalizaciones.
Entre los síntomas que algunos medios han señalado se encuentra la ronquera, aunque esto aún no se ha confirmado de manera robusta por estudios clínicos. Los datos preliminares también sugieren que las vacunas actuales siguen siendo efectivas, con una protección ligeramente reducida, pero aún suficiente para prevenir casos graves.
A pesar de la atención que ha generado, expertos insisten en que la variante Frankenstein no es tan excepcional. Las recombinaciones genéticas no son nuevas en los coronavirus, y aunque XFG debe seguir siendo monitoreada, hasta ahora no se ha demostrado que sea más peligrosa que variantes previas. Sin embargo, su estudio sigue siendo esencial para mejorar nuestra comprensión del virus y la eficacia de las vacunas.