8 de octubre de 2025
Cerrar / Abrir

OPINIÓN

¿Cuáles son los límites de la manipulación genética?

El avance que permite eliminar el cromosoma extra del síndrome de Down reabre el debate sobre los límites éticos de la manipulación genética y el valor de la dignidad humana frente a la búsqueda de la perfección.

El reciente descubrimiento de unos investigadores japoneses que ha logrado eliminar la copia extra del cromosoma 21 en células humanas, causante de la condición de trisomía 21, mejor conocida como síndrome de down, ha levantado serios cuestionamientos sobre los límites éticos de las intervenciones genéticas.

Aunque esta intervención no se ha realizado aún en personas vivas sino en células cultivadas, pone sobre la mesa la posibilidad de erradicar enfermedades a futuro pero, ¿a qué costo?

La manipulación genética se refiere a las intervenciones sobre el material genético con fines terapéuticos o no. Si obedece a fines terapéuticos podría representar un beneficio importante siempre y cuando los riegos implícitos no superen a los primeros. Delimitar pues, cuándo sería justificable una intervención y cuándo no es un reto ético urgente de responder.

Parte del problema consiste en diferenciar aquellas condiciones que representan una seria amenaza para la salud de aquellas que no, aunque conlleven cargas sociales y estigmas culturales arraigados por años como es el caso del síndrome de down. Someter a un riesgo considerable a un embrión humano sólo por presentar diferencias cromosómicas no es una razón justificable éticamente según el principio terapéutico.

Además, de abrirse la puerta a estas intervenciones, podrían legitimarse al grado de quedar, incluso, consideradas como obligadas frente a las personas que presenten mal formaciones u otras condiciones consideradas “indeseables”. Estamos abriendo la puerta a actos de eugenesia y no a intervenciones beneficiosas y menos aún, prometedoras de mayores estándares de calidad de vida. Con ello, se corre el riesgo de definir lo “normal” y lo “perfecto” y buscarlo a costa de lo que sea pero, al final, la pregunta flota en el aire ¿y quién define lo que es “normal”?

A lo largo de la historia ha habido ejemplos suficientes de que estas categorías de normalidad, belleza y perfección han originado prácticas atroces de muchos sufrimiento humano abriendo debates dolorosos sobre el valor de ciertas personas o grupos de personas olvidando la primacía de la dignidad ontológica de todos como valor supremo que debe regir las acciones humanas.

Recordemos también que, a pesar de lo fascinante que una técnica puede ser en sus resultados, para ser éticamente valorada requiere el análisis del objeto mismo que la hace posible así como de los medios utilizados. De esta manera aunque el objeto sea éticamente válido, los fines pueden no serlo.

En intervenciones novedosas donde aún se desconocen sus consecuencias o efectos colaterales, lo mejor es pausar y reflexionar, avanzar con cautela y la máxima precaución. Ninguna vida vale menos que otra, a pesar de nuestras diferencias, los seres humanos compartimos el mismo valor de nuestra dignidad y debemos ser tratados en consecuencia, siempre como fines y nunca como medios.

Todo el contenido de El Comentario del Día en la palma de tu mano. Suscríbete a nuestros canales de difusión: WhatsApp | Telegram

Compartir en:

Twitter
Facebook
LinkedIn
Telegram
WhatsApp
Email

Más Columnas de opinión

PUBLICIDAD

Noticias de interés

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *