El sector de textil-confección en Argentina ha sido identificado como uno de los más afectados durante los primeros 18 meses de gestión de Javier Milei. Un informe de la Fundación ProTejer señala que 381 empresas del rubro han cerrado y que han desaparecido 11,500 puestos de trabajo durante ese periodo.
Los industriales alertan de una combinación preocupante: apertura económica con aranceles reducidos, políticas de desregulación, y una recesión prolongada, factores que se han conjurado para debilitar gravemente al sector. Además, la utilización de la capacidad instalada se sitúa en promedios muy bajos; poco más del 40 % de la maquinaria está activa.
A esto se suma la explosión de las importaciones de prendas de vestir terminadas, muchas veces ofrecidas a precios inferiores a los costos de producción nacionales. Plataformas como Shein y Temu han intensificado esa competencia desleal, según denuncian los fabricantes locales.
También se reporta una significativa caída en las exportaciones del sector, y una contracción en la demanda interna, que se refleja en la reducción del consumo local, la crisis de ventas y la desmotivación de inversión.
Para enfrentar la situación, los industriales exigen políticas proteccionistas temporales, mayores controles arancelarios, incentivos fiscales y medidas de apoyo al mercado interno. Sin embargo, advierten que, de no cambiar la tendencia, la industria textil seguirá contrayéndose con consecuencias sociales profundas.