La comunidad empresarial de Japón, conocida como Japan Inc., ha manifestado grandes expectativas sobre el nuevo gobierno, con la urgencia de que se implementen políticas que impulsen el crecimiento y mitiguen la «presión de los precios». Una encuesta reciente de Reuters refleja que las empresas esperan que el nuevo gabinete, liderado por Sanae Takaichi, aborde el estancamiento salarial y la inflación que han mermado el poder adquisitivo de los consumidores. La mayoría de los líderes empresariales coinciden en que la acción del gobierno debe centrarse en un estímulo fiscal que evite que la economía vuelva a caer en la deflación.
Esta presión de los negocios es un reflejo de los desafíos financieros que enfrenta el país. Aunque la inflación ha regresado, no ha venido acompañada de un aumento sustancial en los salarios, lo que afecta las ganancias y el gasto de los consumidores. El dilema de la nueva administración es cómo financiar este estímulo fiscal. Takaichi, que es vista como una «paloma fiscal», podría optar por un gasto público masivo, una política que es atractiva para las empresas, pero que podría agravar la ya precaria deuda pública de Japón.
La situación actual subraya el reto de Japón para salir de décadas de estancamiento. El país necesita una política económica que sea capaz de generar un crecimiento sostenible sin comprometer la disciplina fiscal. El éxito del nuevo gobierno dependerá de su capacidad para equilibrar las demandas de las empresas y la necesidad de una gestión financiera prudente.