El Banco Central Europeo (BCE) ha entrado en una fase de «pausa expectante» en su política monetaria, con analistas y proyecciones indicando que los tipos de interés se mantendrán estables al menos hasta el año 2027. Esta decisión, que se consolidó tras una serie de recortes en el ciclo anterior, refleja la convicción del Consejo de Gobierno de que el proceso desinflacionario ha terminado y que la inflación se ha estabilizado en torno a su objetivo a medio plazo del 2%.
Las previsiones macroeconómicas del personal técnico del BCE, actualizadas hasta 2027, muestran un crecimiento moderado del PIB de la eurozona, con una perspectiva que se mantiene cerca del 1.3% en el horizonte final. Esta tasa se considera cercana al potencial de crecimiento de la economía europea, lo que minimiza la presión para nuevos recortes que podrían reavivar la inflación.
Críticamente, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha insistido en que el organismo mantendrá un enfoque «reunión a reunión», dependiente de los datos, descartando un compromiso explícito con una senda futura, aunque el amplio consenso apunta a la estabilidad de los tipos actuales (el tipo de depósito se sitúa en el 2.00%).
La pausa del BCE busca proporcionar una base estable a la economía europea. Sin embargo, los riesgos geopolíticos y la volatilidad de la política comercial global (particularmente de EE. UU.) siguen siendo fuentes de incertidumbre. La estabilidad de los tipos de interés, aunque necesaria para anclar las expectativas inflacionarias, ejerce presión sobre países como Francia, cuya fragilidad fiscal se ve exacerbada por la dificultad para implementar reformas sin el apoyo de una mayoría política sólida.







