La semana del 27 de octubre de 2025 se ha convertido en un punto de inflexión para la política monetaria global, con anuncios clave de tres de los principales bancos centrales del mundo: la Reserva Federal (Fed) de EE. UU., el Banco de Japón (BoJ) y el Banco Central Europeo (BCE).
La atención se centra en la Fed, donde el mercado descuenta con alta probabilidad un nuevo recorte de 25 puntos base en el objetivo de la Tasa de Fondos Federales. Esta postura, considerada más flexible o dovish, se ve impulsada por la moderación de la inflación y las señales de debilitamiento en el mercado laboral estadounidense. Además, el presidente de la Fed, Jerome Powell, ha anunciado un inminente fin al proceso de reducción del balance, una señal que relaja aún más las condiciones financieras.
En contraste, el BCE y el BoJ mantendrán un enfoque de cautela. Se espera que el BCE mantenga su tasa de depósito en el 2% dada la estabilidad de la inflación en la eurozona, mientras que el BoJ evaluará si las condiciones son adecuadas para reanudar las subidas.
Críticamente, las decisiones de la Fed tienen un impacto desproporcionado en economías emergentes como México. La flexibilización de la Fed, combinada con la alta tasa de interés de Banxico (actualmente en 7.50%), mantiene un atractivo diferencial que fortalece al peso mexicano. Sin embargo, los bancos centrales enfrentan el riesgo de una volatilidad elevada y una toma de decisiones complicada por factores externos, como el cierre del gobierno de EE. UU. (que retrasa datos clave) y la amenaza de guerras comerciales que podrían reactivar las presiones inflacionarias y la incertidumbre empresarial.







