Brasil enfrenta la peor tragedia policial de su historia tras un operativo en las favelas de Río de Janeiro que dejó 119 muertos, entre ellos cuatro policías, y más de un centenar de detenidos. La llamada “Operación Contención” tenía como objetivo desarticular al Comando Vermelho, el grupo narcotraficante más poderoso y expansivo del país, con presencia dominante en los complejos de Alemão y Penha, al norte de la ciudad.
El gobierno estatal informó que se confiscaron 91 fusiles y una cantidad considerable de drogas, aunque sin detallar el tipo ni el volumen. Según la Defensoría Pública, el número de víctimas podría ascender a 132, lo que convertiría la acción en la más letal de la historia brasileña, superando la masacre de Carandiru (1992), en la que murieron 111 presos.
El operativo fue coordinado por el gobernador Cláudio Castro, aliado del expresidente Jair Bolsonaro, sin la participación del gobierno federal. El ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, confirmó que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva no fue informado previamente de la operación. Ante las denuncias de vecinos que hablan de “ejecuciones extrajudiciales”, la fiscalía brasileña exigió un informe detallado para determinar si la policía actuó conforme a la ley.
Hasta el momento, no se ha revelado la identidad de las víctimas ni de la mayoría de los detenidos, lo que impide conocer el verdadero impacto sobre la estructura del Comando Vermelho. El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió una investigación inmediata e imparcial, mientras en Río persiste la tensión y el temor a nuevos brotes de violencia en los próximos días.
 
								 
								 
				 
															



 
								


