La disputa comercial entre Estados Unidos y China ha llegado a una tregua clave para el sector agrícola y los mercados de commodities. Tras el encuentro entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping en Busán, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, confirmó el compromiso de China de comprar 12 millones de toneladas métricas de soja durante esta temporada.
Esta decisión representa un alivio crucial para los agricultores estadounidenses, que habían visto paralizadas las compras de Pekín en medio de las tensiones comerciales, con cero pedidos registrados para la cosecha de este año. Históricamente, China ha sido el destino de cerca del 25% de la soja producida en EE. UU.
El acuerdo es un intercambio estratégico: China reactiva las compras de soja y se compromete a mantener el flujo de exportaciones de tierras raras (minerales esenciales para la tecnología) a cambio de que EE. UU. reduzca sus aranceles a productos chinos del 57% al 47%.
Críticamente, la reanudación de las compras por parte de la empresa estatal china COFCO se interpreta como un gesto de buena voluntad antes de la fecha límite arancelaria del 1 de noviembre, aunque la medida tiene un impacto acotado en el mercado. China ha utilizado la interrupción comercial para diversificar sus proveedores, fortaleciendo la posición de países sudamericanos como Brasil y Argentina. La reincorporación de la soja estadounidense impulsó inmediatamente los precios del commodity en Chicago, pero el efecto se limita por la amplia oferta global.
 
								 
								 
				 
															



 
								


