La inflación general anual en la eurozona se moderó ligeramente en octubre de 2025, situándose en 2.1%, una leve caída desde el 2.2% registrado en septiembre. Este dato, que coincidió con las estimaciones del mercado, proporciona un alivio superficial, pero el análisis del componente subyacente revela una persistente presión inflacionaria interna.
La inflación subyacente, que excluye los volátiles precios de la energía y los alimentos, se mantuvo estable en el trimestre. El principal factor de empuje en los precios internos sigue siendo el sector de servicios, que ha demostrado ser más resistente a la desinflación. Esta rigidez respalda la tesis de cautela del Banco Central Europeo (BCE).
El BCE, que recientemente optó por mantener los tipos de interés en sus niveles actuales, ve en la estabilidad de la inflación subyacente una razón para no apresurar nuevos recortes. El mensaje oficial es que la política monetaria está en una «buena posición» para gestionar cualquier choque. Sin embargo, la persistencia de precios altos en los servicios podría traducirse en mayores costos para los hogares y empresas, limitando el crecimiento económico.
El desempeño de la eurozona muestra divergencias, con economías como Francia registrando un crecimiento inesperado a pesar de su inestabilidad política, mientras que Alemania e Italia muestran un estancamiento. La necesidad del BCE es clara: mantener la estabilidad de precios sin ahogar el crecimiento en las grandes economías del bloque.







