Una reciente encuesta encargada por la Alliance for American Manufacturing, realizada por Morning Consult a mediados de octubre entre 2 202 adultos estadounidenses, indica que el 47 % de los entrevistados considera que el elevado déficit comercial de los Estados Unidos es una “emergencia económica”.
El dato se presenta justo antes de que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos analice la legalidad de los aranceles que el presidente Donald Trump impuso en virtud de la ley de emergencia económica de 1977 (IEEPA) con el argumento de que un déficit de 1.2 billones de dólares en 2024 representaba una crisis nacional.
El respaldo al carácter de “emergencia” atraviesa líneas partidistas: un 47 % de demócratas y un 57 % de republicanos comparten esa percepción. Además, el 40 % de los encuestados opinó que los déficits erosionan la economía y ponen en riesgo la seguridad nacional; un 20 % los consideró señal de una demanda global fuerte; y el 40 % restante no se identificó con ninguna de las dos visiones.
No obstante, la visión de “emergencia” choca con el análisis de economistas que sostienen que un déficit comercial puede reflejar un país que importa más porque atrae inversión extranjera neta, y no necesariamente un signo de debilidad. En este sentido, el déficit por sí solo no determina la salud económica: lo relevante es cómo se genera, qué bienes se importan y exportan, y cuál es la estructura productiva del país.
En conclusión, la encuesta pone de relieve una creciente sensación de urgencia entre la ciudadanía estadounidense frente al desequilibrio comercial, pero el debate técnico subraya que el déficit exige una lectura más matizada y estructural que la etiqueta de “emergencia” puede simplificar en exceso.







