En Cadarache, Francia, se instala el imán más grande y potente del mundo: el Central Solenoid. Con 18 metros de largo y casi 1,000 toneladas, este coloso genera un campo magnético 280,000 veces superior al terrestre. Su función es contener el plasma necesario para lograr la fusión nuclear, el mismo proceso que alimenta al Sol.
El proyecto ITER, impulsado por la Unión Europea junto a países como EE. UU. y Japón, busca demostrar que la fusión puede ser una fuente viable de energía limpia. A diferencia de la fisión, no produce desechos radiactivos ni riesgos de accidente masivo.
Aunque el costo supera los 27,000 millones de dólares tras múltiples retrasos, el ITER representa una de las mayores colaboraciones científicas de la historia. Si tiene éxito, podría revolucionar el suministro energético mundial y marcar el inicio de una nueva era postfósil.







