La inflación general anual de México continuó su senda de desaceleración en octubre de 2025, situándose en 3.63%, un descenso respecto a la cifra registrada en septiembre. Este dato refuerza la efectividad de la política monetaria restrictiva implementada por el Banco de México (Banxico).
Sin embargo, el análisis crítico del índice revela una preocupación persistente en el núcleo de la economía: la inflación subyacente, que excluye los precios más volátiles como los energéticos y agropecuarios, se mantuvo por encima del objetivo puntual de Banxico del 3%, aunque dentro del rango de variabilidad. Esta rigidez subyacente se debe a la inercia inflacionaria en los servicios y en las mercancías no alimenticias.
La moderación de la inflación general se atribuye principalmente a la caída en los precios de los productos agropecuarios y el impacto del «superpeso», que ha abaratado las importaciones. No obstante, la persistencia en el componente subyacente sugiere que las presiones inflacionarias internas, como los incrementos salariales y los costes de producción, aún no se han disipado por completo.
El escenario económico pone a Banxico en una encrucijada. Si bien el objetivo de estabilidad de precios está más cerca, el Banco Central debe equilibrar la lucha contra la inflación con la necesidad de impulsar la actividad económica, que muestra signos de desaceleración. La cautela se impone, pues un recorte de tasas de interés demasiado apresurado podría reavivar las presiones subyacentes.







