El jefe del principal grupo sindical automotriz de Japón, UA Zensen, ha declarado que no hay opciones para reducir las demandas de aumentos salariales para las negociaciones de 2026. Esta postura firme por parte de los sindicatos, que representan a trabajadores de gigantes como Toyota y Nissan, subraya la presión crítica que existe sobre las empresas para trasladar las ganancias corporativas a los bolsillos de los trabajadores.
La exigencia de aumentos salariales se enmarca en el objetivo del Banco de Japón (BoJ) de lograr una inflación sostenible impulsada por la demanda, y no solo por los costos importados. El BoJ ha sido categórico al señalar que una subida de salarios consistente es una condición sine qua non para continuar con la normalización de la política monetaria.
Desde una perspectiva crítica, las grandes empresas japonesas han reportado ganancias récord gracias a la debilidad del yen, que impulsa las exportaciones. Los sindicatos argumentan que esta bonanza debe reflejarse en un mayor poder adquisitivo para los trabajadores, ya que la inflación persistente ha erosionado los salarios reales.
El desafío de los fabricantes de automóviles es doble. Deben asegurar la rentabilidad ante la costosa transición a los vehículos eléctricos (VE) y, al mismo tiempo, gestionar las demandas salariales más altas en décadas. Si las empresas ceden a las demandas sin aumentar la productividad o los precios de manera uniforme, podrían ver afectados sus márgenes.
El resultado de las negociaciones de la primavera (Shunto) de 2026 será un termómetro clave para la política monetaria del BoJ y para la sostenibilidad de la recuperación económica japonesa.







